Esta semana seguimos como la interesante vida de Luisa. La primera parte fué publicada el 5 de mayo. Espero que os guste tanto como la primera.
Continuamos tras la muerte de Santiago...
Luisa y María
La tristeza invadió a Luisa, con veintidós años se quedaba sola con una niña. Su familia desde Argelia le rogaban que volviera a casa que allí no estaba la situación como para quedarse sola con la niña, pero Luisa amaba su trabajo, amaba la casa que le hacía sentir más cerca de
Santiago, con sus recuerdos...
Tenía amistades que le acompañaron en su duelo, tenía a las monjas que cuidaban de su niña mientras trabajaba en la cruz roja...tenía una libertad de decisión que Santiago le apoyó en tenerla. Sabía que si regresaba a casa con sus padres todo eso se acabaría de nuevo.
Los meses siguientes a la muerte de Santiago no fueron nada faciles, pero la vida que le daba la niña con 2 años le hacían olvidar momentaniamente el dolor por la ausencia.
Las noches eran duras, muy duras, cuando María dormía y la casa quedaba en silencio...
La llegada de Francisca
Los padres de Luisa le hicieron llegar una carta donde le avisaban que pronto llegaría Francisca, su prima pequeña. Iría para ayudarla con la niña y hacerle compañía.
Luisa estaba molesta porque no le dejaron decicir si quería o no compañía, pero lo dejó pasar, ya que no quería contradecir tanto a sus padres.
Francisca era una chica de diecisiete años con un carácter muy introvertido, con un saber estar exquisito, educada en los mejore colegios. Luisa hacía unos cuatro años que no la había visto.
Lo cierto fué que desde la llegada de Francisca, Luisa estaba más tranquila y acompañada.
La vida iba muy rápida, los meses pasaban sin apenas darse cuenta. Ya hacía más de un año que Santiago falleció.
El giro de su vida
Un día normal de trabajo Luisa, se encontraba haciendo curas en la casa de la cruz roja, cuando entró a su vida por la puerta, un hombre de tez morena, muy guapo, con una sonrisa cautivadora, y unos ojos oscuros y grandes...Se había hecho una herida en el brazo y necesitaba ser curado.
Ambos habían sentido algo el uno por el otro desde que se cruzaron sus ojos. Luisa le curaba y el corazón parecía que se le iba a salir del pecho.
El chico era alto cargo militar que llegaba de Valencia para apoyar a los soldado de primera línea, Enrique era su nombre, y se le veía un chico muy amable, educado y extrovertido.
Cada dos días iba a hacerse curas y Luisa era quien le atendía.
Enrique el último día de curas se atrevió a preguntarle a Luisa si estaba comprometida o casada con alguien. Luisa le increpó por su atrevimiento, y Enrique le sonrió y se fué.
Luisa pensaba en él y le gustaría verle, pero a la vez sentía que estaba mal por Santiago, pero tambien pensaba que algún día debería rehacer su vida, para darle una mejor vida a su hija María.
Pasaron unas semanas cuando Luisa se disponía a salir de la cruz roja para irse a casa, y ahí en la puerta apoyado en la pared estaba Enrique. Ella se sobresaltó al verlo y él soltó una carcajada, para a continuación disculparse por el desproposito. Le pidió permiso para acompañarla hasta casa. Charlaron de camino, ella le contó su situación, que era madre de una niña y que se había quedado viuda hacia algo más de un año.
Enrique y Luisa se veían casi todas las tardes de camino a casa. Era muy agradable conversar con él y cada día se sentía más unida a Enrique. Una de la tarde al llegar a la puerta de casa se acercó a Luisa y la beso, la primera reacción de ella fue apartarse de él, pero Enrique se volvió a acercar y la volvió a besar, y allí ella ya se dejó llevar.
Una noche Luisa invitó a entrar a su casa a Enrique para que conociera a Francisca y a María.
Su prima se quedo bastante asombrada por el atrevimiento de entrar a un hombre en la casa con ellas solas y cuando él se fué le comunicó a Luisa su descontento. Pero Luisa le dejó claro que era adulta, libre y que esa era su casa y entraba quién ella considerase.
La relación de Enrique y Luisa ,era muy pasional por ambas partes, sentían mucho deseo el uno por el otro, deseando quedarse solos para desfogar su máximo deseo sexual.
Luisa amó, quiso, respetó y deseo siempre a su esposo, pero el deseo sexual que tenía con Enrique era muy fuerte.
Un amanecer Francisca vió como Enrique salía de la casa, había pasado la noche con Luisa en el hogar donde convivían...
LLegada de los padres de Luisa
Luisa y Enrique ya llevaban más o menos seis meses de relación, María ya tenía los cuatro años de vida, era una niña feliz, se sentía muy querida en casa con su madre y Francisca, con las monjas con las que seguía algunos ratos, pero también se llevaba muy bien con Enrique.
Una tarde al regresar del trabajo a casa su mayor sorpresa fue encontrarse en su salón a sus padres, a los que hacía cinco años que no veía. Fue una alegría encontrarse con ellos, pero sus padres no viajaron por placer, ni por visitar a su hija porque le hecharan mucho de menos, ni siquiera por conocer a su nieta. Viajaron preocupados por la honra de Luisa.
Francisca les había avisado que Enrique y ella se veían en la casa, y los padres estaban muy preocupados por su dignidad.
Luisa les prometió que la relación tenía futuro y que ella era lo suficientemente independiente y libre para hacer lo que creiera conveniente. Los padres estaban muy furiosos y enfadados con ella. Le dieron a elegir, entre volver a casa y olvidar esa vida tan poco digna, u olvidarse de ellos para siempre.
Luisa quedó destrozada por la dureza de sus padres tenía que tomar una decisión difícil...
La próxima semana la tercera y última parte de la historia de...Luisa.
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